La política exterior de Paraguay con el mundo exterior se está reorganizando, según las últimas noticias sobre el tema, ya que el presidente Peña ha autorizado el cierre de varias embajadas del país en el exterior.
Interesantes países estarán fuera del contacto internacional con Paraguay, lo que significa que para los servicios consulares de los paraguayos residentes en esos países, tendrán que ser reorganizados en algún punto central para que los connacionales puedan evacuar consultas y realizar trámites consulares.
Por un lado, esta es una iniciativa positiva si se considera que generará un ahorro a las arcas del Estado, que por cierto está en una situación crítica, ya que se deben honrar muchos compromisos, como deudas externas, intereses, y sobre todo, pagar gastos rígidos como los altos salarios que muchos funcionarios de alto nivel perciben en varias dependencias del Estado, sin mencionar los altos salarios de los asesores, asistentes, secretarios, etc.
Por otro lado, ya que se está reorganizando la política internacional de Paraguay en el mundo, ¿cuál es la visión actual del gobierno en relación con la proyección exterior del país?, ¿se enfoca en generar un fructífero intercambio comercial, tecnológico, educativo, o simplemente en ubicar a Paraguay en el mapa mundial para que se sepa que existe?
Personalmente, me resulta curioso que Paraguay insista en apostar por países árabes y también en el país de moda actualment: Israel, ya que estos países no tienen mucha relación con Paraguay. ¿Hay alguna razón especial para insistir en el relacionamiento con países que, a nivel mundial, están considerados peligrosos o, al menos, están en el ojo de la tormenta mundial y especialmente vinculados con episodios oscuros como actividades bélicas actuales?
Las relaciones internacionales son esenciales para el desarrollo de las naciones, en el sentido de lograr una ayuda mutua, coordinada y recíproca, y no cuando algunas naciones se aprovechan de otras. Por ejemplo, explotan sus recursos naturales, lo que a largo plazo se convierte en una explotación silenciosa. Un ejemplo sería que Paraguay, está en el tercer lugar como el granero mundial, pero a nivel local hay familias enteras que apenas pueden contentarse con mandioca, tortilla y un poco de porotos para sobrevivir. Ni hablar de la carne, que actualmente está entrando en los mercados internacionales, pero a nivel local se encarece.
Otro producto es el tomate, que para tener un poco de salsa roja cuesta un ojo de la cara. Entonces, ¿por qué se insiste en vínculos internacionales con países muy alejados y totalmente opuestos a nuestra cultura o constelación regional? ¿No sería mejor fortalecer la región del Cono Sur?, que realmente funcione el MERCOSUR, que lleva años sesionando y hasta ahora no hay casi entendimiento entre los países vecinos, como el peaje de la hidrovía y otros temas regionales en los que Paraguay siempre está rezagado en las discusiones con los grandes vecinos como Brasil y Argentina.
En fin, si aún no podemos vender nuestras bananas, piñas o cebollas a nuestros vecinos, ¿qué se puede esperar de otras naciones que ni siquiera tienen un vínculo común con el país?
Bajo mi mirada, la política internacional del país debe ser una causa nacional para que Paraguay gane un sitial de respeto ante las naciones del mundo. La situación actual no parece la de un país ordenado y en el que se respeta el Estado de derecho. A medida que este gobierno avanza, van apareciendo nuevas leyes que, de cierta manera, coartan las libertades.
En ese contexto, actualemente, habría una cuasi censura a la prensa y, en especial, a algunos medios que critican fuertemente a los líderes actuales. Además, con la ayuda del Congreso, con la «aplanadora» del partido oficialista, salen leyes impopulares que van en contra de la evolución y fortalecimiento de la democracia en el país, y en contracorriente de las democracias en el mundo.
A modo de ejemplo, y para terminar esta reflexión, en uno de esos viajes con mi equipo de investigación, por esas cosas raras de nuestra región, nuestro equipo quedó varado en la frontera entre Argentina y Paraguay, pues no había transporte que nos pudiera trasladar al lado paraguayo. Aparecieron los famosos gendarmes y empezaron a interrogarnos como si fuéramos delincuentes comunes. No les importaron los documentos oficiales e internacionales que presentamos para indicar que éramos investigadores de una reconocida universidad internacional. En el fragor de la discusión, salió mi indio guaraní y le espeté al oficial responsable del control: «¿Por qué tanto control si tenemos los documentos requeridos y además pertenecemos al MERCOSUR?» El sujeto, que ostentaba algunas estrellas y con un tono soberbio e deltando mucha ignorancia, replicó: «Estos no funcionan aquí, ¿qué MERCOSUR ni qué macanadas?». Ahí terminó la discusión y tuvimos que esperar algunas horas y aguantar el desagradable trato de los «hermanos» argentinos.
Con este relato, y entiendo que mucho no ha avanzado en el mejoramiento de la política exterior de Paraguay con nuestros vecinos.
Pero bueno, a ver si el Ministerio de Relaciones Exteriores puede iluminar en este sensible tema.