La victoria de la querida selección paraguaya apagó, de cierta manera, la algarabía que se está generando actualmente en torno a la elección de Donald Trump como presidente de los EE. UU. El regreso del «Jedi», como ya algunos lo llaman en varios lugares del planeta.
Sigo con mucha atención el periodismo local y los medios alternativos de información por las redes locales e internacionales, y lo que se publica por el hemisferio norte en relación con otros temas que no tienen nada que ver con blanqueo o mentiras como las declaraciones hechas por el gobierno de los EE.UU a ciertos individuos que, de alguna manera, no representan directamente un problema real de Estado, sino que abordan temas realmente candentes, como las guerras en Ucrania, la situación de Rusia con Europa y otros asuntos complejos que se espera que con la nueva función de Trump pueda haber alguna luz en el camino ante este atolladero que podría desencadenar una tercera guerra mundial en caso no ser adecuadamente atendido.
Por su parte, la UE ya se está preparando para recibir los primeros embates de la nueva administración de Trump. En este sentido, por acá no se habla de salvar a fulanito o menganito; fin del bucle de esta parte…
Volviendo al terreno local, y la cierta algarabía que se nota en el movimiento colorado cartista porque presumen que el nuevo inquilino de los EE. UU. podría revocar los nombramientos hechos por el actual gobierno de Biden. Lo que se desprende de toda esta parafernalia es que no se entiende por qué este tema, que es un tema estrictamente personal y que afecta a varias personas, tiene que convertirse en un asunto de Estado. Estos señores políticos señalados con el dedo índice por el gobierno de los EE. UU. deben responder personalmente y con sus propios recursos para limpiar sus imágenes. Es decir, demostrar que todo ha sido una farsa y mentira en connivencia con fuerzas políticas exógenas, por así decirlo.
¿Por qué no lo hacen? Esa es la pregunta que no se entiende. Pero lo que la ciudadanía entiende es que los proyectos y movimientos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos no avanzan. Es más, el propósito del presidente parece insistir en que todo ha sido una mentira. ¿Por qué el presidente no se ocupa de las cosas importantes de la nación? Pero lamentablemente, todo este teatro presumiblemente montado perjudica su mandato, su autoridad y pone en riesgo a toda una población que carece de servicios básicos indispensables para su desarrollo como individuos.
Las consecuencias de estar atado a ciertos intereses, quizá el poder de influencias exógenas, son las últimas intervenciones del presidente al refrendar leyes impopulares como la del seguro VIP para los congresistas, la reforma inconsulta de los derechos de los trabajadores del IPS, y la ley de control de entidades sin fines de lucro, a pesar de tener en contra varias instituciones internacionales.
En fin, al menos la selección paraguaya dio un respiro de felicidad momentánea, un alivio para sobrevivir, por lo menos este fin de semana, y abstraerse de los problemas cotidianos que, a medida que pasa el tiempo, se van acrecentando y agravando. Que, a mi parecer, esto podría desembocar en fricciones más fuertes a medida que se implementen leyes en contra del desarrollo del país.
Salud a la gloriosa albirroja que por fin está saliendo del anonimato y dejando atrás de estar siempre subestimada frente a los «grandes» del fútbol.