Lo que se temía se ha concretado: el Ejecutivo no vetará el autoaumento de los congresistas, quienes, como si fuera poco, ganarían la friolera de 38 millones de guaraníes, además de otros beneficios. Todo esto, gracias al sudor del pueblo, será disfrutado por estos «héroes» de la política hasta alcanzar la jubilación, pues esa parece ser la meta de todos los que ingresan a ese recinto, donde se supone que deben legislar para el desarrollo de la nación.
Es inadmisible, bajo cualquier punto de vista, que se autoasignen jugosos salarios mientras dejan a la deriva sectores clave como la seguridad, la salud y la educación. Esto constituye una traición a los votantes, quienes en algún momento tuvieron la esperanza de que este período gubernamental y legislativo pudiera traer mejoras concretas para salir adelante del estancamiento. Lo más triste es que el Ejecutivo, cuando le conviene, no interviene en las decisiones del Congreso, argumentando que es otro poder independiente. Sin embargo, no debe olvidarse que el Estado comprende los tres poderes, que deberían funcionar como un reloj suizo.
Esa mentada independencia es más una figura abstracta y filosófica que una realidad práctica. Para quienes no entienden, no leen, o simplemente no les interesa el rumbo de la nación, esa excusa parece convincente. No existen estrategias claras para contrarrestar estas respuestas provenientes del Ejecutivo. Por otro lado, el presidente ha aprendido a esquivar preguntas incómodas de la prensa. Parece contar con un buen equipo de asesores que le indican qué responder, ya que siempre da la impresión de seguir directrices externas, ajenas al ámbito gubernamental.
Volviendo a los congresistas y a la idea de traicionar los deseos de progreso de una nación, estas decisiones impopulares colocan en una situación difícil a muchos paraguayos que tienen otras ideas sobre cómo administrar los recursos del país. Para los denominados «hurreros», es un bálsamo que estos congresistas ganen lo que quieran, contraten personal vinculado directamente a la politiquería partidocrática y amplíen el edificio del Congreso para albergar a más correligionarios, quienes actualmente sostienen al movimiento de turno del Partido Colorado.
En contrapartida, se dejan de lado necesidades ineludibles que la nación requiere con urgencia. Es triste decirlo, pero la salud del país está deteriorada y abandonada. ¿Qué piensan estos congresistas? ¿Solo en sus bolsillos? Tal vez buscan protegerse bajo el famoso manto de la inmunidad parlamentaria o de los ya ampliamente debatidos fueros.
Si hablamos de evidencias, tenemos ejemplos concretos: parlamentarios imputados que siguen legislando. Esto es una bofetada a la gente con un mínimo de inteligencia. ¿Se preparan estos congresistas para perpetuarse en el poder per per saecula saeculorum ?
La nación necesita avanzar, pero con esta camarilla de antipatriotas no se vislumbra ni un ápice de voluntad para mejorar la calidad de vida de los paraguayos de bien. Lo que se infiere es que este grupo de congresistas, bajo ningún concepto, representa a los electores.
Desde mi perspectiva, representan una farsa para el electorado y, en definitiva, podrían considerarse traidores a la patria, al despilfarrar los recursos del Estado en beneficio propio.
