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jueves, noviembre 21, 2024
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Soberanía en Jaque: La ambivalencia de Paraguay frente a la influencia de Estados Unidos

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Mucha algarabía, entusiasmo y un peculiar nacionalismo se están visibilizando en el panorama político, especialmente dentro del movimiento colorado, que actualmente controla el gobierno. Este optimismo inusitado y desbordante se basa en la figura de Donald Trump, quien ganó las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, resulta contradictorio que el discurso de ciertos sectores políticos sobre la soberanía nacional se vea desafiado por la injerencia de diplomáticos de países extranjeros acreditados en Paraguay, particularmente la del actual embajador de Estados Unidos. Este diplomático ha convocado en varias ocasiones conferencias de prensa para anunciar la designación de varios políticos paraguayos como corruptos, lo que ha implicado la retirada de sus visas para ingresar a EE. UU.

En este contexto, el ala más dura del movimiento político del gobierno ha manifestado abiertamente que dicha injerencia afecta los asuntos internos del país. Ante estos hechos, algunas figuras políticas relevantes han solicitado la expulsión del embajador estadounidense, e incluso han llegado a cuestionar su orientación sexual. No obstante, estos reclamos, que muchos consideran fuera de lugar, no han tenido gran acogida, y el embajador permanece en su cargo, con un mensaje claro y directo.

Retomando el tema de la algarabía, cabe preguntarse: ¿cómo se entiende que, por un lado, no se tolere la intromisión de un diplomático en los asuntos internos del país, mientras que, por otro, el mismo movimiento político que gobierna se regocije con la victoria de Trump, el presidente que envió a dicho embajador para emitir esas controvertidas declaraciones? En discursos encendidos, se escuchaba a figuras políticas declarar que Estados Unidos es un aliado y amigo de Paraguay. ¿Lo es recién ahora? ¿Y no lo era a través del actual embajador? No parece comprensible hasta qué punto la política paraguaya se ha degradado, enviando mensajes contradictorios a la nación.

Si Paraguay realmente respetara y defendiera su soberanía, no podría sostener un discurso ambiguo, confuso y vacilante frente a situaciones tan claras y, además, de relevancia internacional. Ya no estamos en la era del carbón y la leña; con un clic, las noticias viajan y llegan a miles de países alrededor del mundo. Paraguay no puede seguir adoptando una postura sumisa, alineada y obediente ante un país extranjero, en este caso Estados Unidos, ni mucho menos congraciarse con un presidente que, en definitiva, gobernará ese país solo por los próximos cuatro años.

Por otro lado, en el ámbito económico, se argumenta que con Trump, Paraguay se beneficiará y podrá establecer más contactos comerciales, especialmente para exportar productos paraguayos al exigente mercado estadounidense. Como ejemplo, se menciona la carne paraguaya. Pero me pregunto: ¿y antes de Trump, qué ocurría? ¿No había comercio? ¿No era Estados Unidos un amigo y aliado de Paraguay?

Es un hecho conocido en la política internacional que los principales partidos políticos de Estados Unidos son el Partido Republicano y el Partido Demócrata, cada uno con sus propias exigencias y formas de gobernar, aunque en la práctica las diferencias son limitadas. El bipartidismo estadounidense tiene décadas de historia, y cada partido ha aportado a la política interna de ese país, así como a la política internacional, impactando de rebote en la política latinoamericana, especialmente en países en vías de desarrollo como Paraguay.

Sin embargo, hay un elemento que no se puede ignorar: el sistema judicial estadounidense, que parece estar ajeno a los manejos políticos partidarios, incluso dentro de los propios emblemas del bipartidismo estadounidense. Pretender que un pequeño grupo de políticos paraguayos pudiera manipular decisiones judiciales de un poder independiente, que goza de respeto, reputación y autoridad moral ante su pueblo, parece inverosímil. Y si me equivoco, podríamos decir que el sistema judicial de EE. UU. tendría fisuras o, como algunos sugieren en estas latitudes, estaría «latinoamericanizándose» o «mexicanizándose».

Preocupa que Paraguay no logre avanzar en su consolidación como nación soberana, fuerte y enfocada en el bienestar de su población, con miras a una mejor calidad de vida y un futuro promisorio para las futuras generaciones. El tiempo avanza, las generaciones pasan, y aún no se han solucionado problemas básicos como el transporte público, la salud o el simple hecho de contar con ciudades limpias y seguras para sus habitantes.

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