0
69
Imagen generada por IA

En una visión futurista, no muy lejana ni tampoco fantástica, pretendemos una metrópoli completamente diferente: desarrollada, dinámica y en armonía con la naturaleza, con su identidad histórica y su cultura. Una ciudad funcional en todos los sentidos y conectada emocionalmente con sus habitantes, en quienes se refleje un sentido de identidad, apego y solidaridad.

Una gran Asunción ligada íntimamente a las localidades vecinas, pero con su población recuperada: asuncenos en Asunción. Una ciudad multifacética de dos millones de habitantes, donde entrar y salir no tomaría más de 30 minutos para recorrer 40 kilómetros en cualquier dirección.

Redes de autopistas elevadas o a nivel permitirán a miles de personas ir y venir a sus hogares, trabajos o estudios, ahorrando horas en beneficio de su calidad de vida. Habrá amplias estaciones de enlace entre buses convencionales, autovías y redes de electromovilidad.

Las avenidas unidireccionales contarán con carriles exclusivos para transporte público, alentando al ciudadano a dejar sus vehículos particulares. Por cada unidad de transporte público desaparecerían 100 automóviles de las calles y avenidas, disminuyendo los accidentes, las muertes de peatones y motociclistas, la congestión, las horas perdidas y la polución visual, auditiva y del aire que respiramos.

Las aerovías con trenes eléctricos darán más espacio a las calles, que se transformarán en paseos peatonales o ciclovías. Será una ciudad jardín donde cinco de cada ocho estaciones de servicio se convertirán en espacios públicos con fuentes de agua, juegos para niños y góndolas de alegría.

Asunción será una ciudad amigable para locales y foráneos, con amplios parques lineales, plazas interconectadas con senderos para paseos y actividades deportivas. Sistemas de fuentes y canales de agua atravesarán parques y plazas hasta llegar al río o la bahía, con góndolas navegando sus aguas.

Habrá pocos sistemas semafóricos, sin lomadas que violenten al ciudadano, y una cultura señalética apoyada en sistemas de navegación modernos y universales. La interconexión e integración de aerovías, trenes, trolebuses, hidrobuses y buses movilizará un millón y medio de personas al día, y atraerá a dos millones los fines de semana a sus interminables parques, bosques naturales, reservas ecológicas, cerros, lagunas, parques de diversiones, jardines y al ecosistema de la bahía de Asunción, con sus playas y aguas que inviten al deporte y al esparcimiento.

Será una ciudad con noches de folclore y cultura, con teatros y alegrías, libre de violentos y extorsionadores. Sus calles y bulevares amigables invitarán a buscar la naturaleza y el desarrollo del ingenio humano, transformando nuestro concepto de vida urbana. Menos vehículos significarán menos agresión al ecosistema.

Una ciudad donde el rico y el pobre, el estudiante y el político compartan los mismos medios de transporte, sin privilegios ni discriminación. ¿Es posible todo esto, o es una utopía alucinatoria de quienes solo sueñan con algo diferente? No se trata de una ciudad gótica ni de una novela de Julio Verne, sino de una visión razonable y posible que busca motivar a cada ciudadano acerca de lo que significamos y de lo que somos capaces en relación con nuestra ciudad.

Está en nosotros, ciudadanos libres, honestos y trabajadores, sin ataduras ni compromisos con facciones corporativas. La posibilidad de recuperar el poder moral, administrativo y dirigencial, sometiendo a juicio y castigo a toda esa inmundicia corrupta que sigue empotrada en el poder nacional y municipal, solo depende de nuestra actitud y voluntad.

La libertad individual, la ausencia de coacción y de explotación con tasas e impuestos irracionales atraerán la participación de capitales privados, empresarios e inversores en un esquema de libre competencia. Será necesaria una participación ciudadana sin burocracia ni poderes prebendarios, con políticas que prioricen el bien común por encima de todo.

¡Se puede! Aún hay tiempo de iniciar la reconfiguración de una mejor ciudad para nuestros hijos y nietos. Empecemos ya.

Dr. Marcelo Galli Romañach

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí