La cultura: palanca que impulsa el desarrollo

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“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, es el famoso dicho de Arquímedes, a quien se le atribuye la primera formulación matemática del principio de la palanca, instrumento que amplifica la fuerza mecánica aplicada a un objeto (barra rígida) y aumenta la velocidad y distancia recorrida por este, en respuesta a la aplicación de una fuerza.

Este mecanismo combina el esfuerzo, la resistencia y el punto de apoyo.

Observando el proceso impulsado por países que, de condiciones críticas,  avanzaron en las vías del desarrollo económico, social, político e institucional, sobresale el salto cualitativo logrado en todos los sectores de la economía y un sensible cambio cultural que, sin desechar los valores tradicionales, transformaron los modelos productivos al compás de políticas focalizadas en la adquisición de habilidades y destrezas técnicas, junto con  sustantivas modificaciones territoriales: la urbanización de sociedades con mayorías rurales y el paso de países de base industrial a la economía del conocimiento.  

Son numerosos los casos exitosos de reconversión. Corea del Sur y Japón resurgieron luego de trágicos conflictos bélicos. Taiwán convirtió un territorio escaso en recursos naturales en un referente científico y tecnológico. La República Popular China, es la economía que más crece, segunda potencia por PIB nominal y primera potencia industrial. Irlanda se recuperó de una profunda crisis económica y social, tras el cierre de las plantas industriales, dejando un tendal de desocupados. Costa Rica pasó de una economía esencialmente agrícola a otra de servicios, construyó la imagen de país democrático, estable, seguro, reconocido como líder mundial en sustentabilidad.

Se trata de sociedades muy diversas por composición social, características culturales, procesos históricos y componentes estructurales; sin embargo, en todos los casos funcionó la palanca: hubo esfuerzo, o sea, el ánimo y vigor para cumplir una agenda orientada a los resultados de desarrollo. La conducción política tuvo que emplear procedimientos creativos, para vencer las resistencias, porque los cambios sociales e institucionales no son simples ni espontáneos y se identificó el punto de apoyo para imprimir la velocidad necesaria al recorrido acordado.  

La cultura: factor movilizador del cambio

La cultura es mucho más que la oferta de bienes y servicios (expresiones artísticas y eventos) dirigida a consumidores estratificados por localización y tipificación socioeconómica.

Es un potente factor de desarrollo integral, que convoca a las comunidades en torno a elementos identitarios, como son, en nuestro caso, el guaraní, el castellano paraguayo, la historia, las festividades patrias y religiosas, la gastronomía, las expresiones musicales, reconocidos y asumidos dentro y fuera del país. En el exterior, conforman los lazos de solidaridad, prescindentes de las militancias y adscripciones político – partidarias.

Un par de frases de Bartomeu Meliá, insigne estudioso de la cultura guaraní, señalan la riqueza y versatilidad de la legua: “(….) cinco palabras, que concatenadas significan el buen vivir: apyka, ava pire, teko, tekoha, teko porã. El camino hacia ese espacio, que lo predice y lo expresa, es el ñe’ẽ −la palabra− y el ñembo’e –hacerse palabra”.[1]

Una acertada política cultural  fungirá de palanca del desarrollo si pone en valor la centralidad cultural, hidrográfica, geopolítica de nuestro territorio y ofrece insumos a las políticas sectoriales: la exterior, la educativa, la económica, el turismo, la oferta de viviendas de interés social y, a la par, estimula la descentralización que, hasta la fecha, es una cáscara sin contenido.  

Ni el modelo extractivo agroexportador ni la burbuja inmobiliaria especulativa podrán convocar, aglutinar y movilizar a las comunidades indígenas, campesinas, urbanas y suburbanas – portadoras de conocimientos y prácticas ancestrales y populares – para impulsar un proyecto de desarrollo compartido, que dé a la Cultura (con mayúscula) la función de articuladora de las políticas públicas, tal como lo plantea Insa Alba (pag.3)[2],  y así actuar como:

– Armadura para la cohesión social

– Estrategia y principal agente del cambio

– Generadora de conocimiento

– Potenciadora económica

– Principal captadora de visitantes

– Representante de la pluralidad

– Referencia de identidad

– Espacio de diversidad

– Territorio de creación

– Ecosistema de sostenibilidad

– Momento para la transdisciplinariedad

– Catalizadora urbana

– Potenciadora del capital inteligente.

Posibles líneas estratégicas

Una línea estratégica tendría que mirar el contexto internacional, para alimentar acciones que aprovechen las características geográficas e históricas del territorio e impulsar la imagen y el liderazgo regional del Paraguay, de forma que se recupere y fortalezca la influencia de la cultura guaranítica, en el vasto territorio de la cuenca del Plata, amparada por la permanencia y el reconocimiento del guaraní como idioma oficial, potente rasgo identitario, único en América Latina y el Caribe.

Para el efecto, se ejecutarán acciones que rescaten nuestra centralidad geográfica e histórico – cultural en el MERCOSUR, gracias al emplazamiento en la cuenca hidrográfica del Río de la Plata (Hidro-vía Paraná/Paraguay, Ruta Transoceánica), la historia, la lengua, los usos y costumbres, que, por las afinidades culturales y lingüísticas, nos posicionan como referente de territorios argentinos (Corrientes, Formosa, Misiones), brasileros (comunidades tupí-guaraní) y bolivianos (Chiquitanía).

También pondrá en valor el legado del mundo jesuítico, sistema de evangelización mundialmente reconocido como modelo alternativo a la colonización española, y visibilizará la experiencia colonial que le valió a Asunción la denominación de “Madre de ciudades”, por haber sido punto de partida de las expediciones que dieron origen a varios núcleos urbanos, incluida la segunda fundación de Buenos Aires.

Para este cometido, se fortalecerá la representación paraguaya en las organizaciones regionales e internacionales (MERCOSUR, UNESCO, ICOMOS, ICOM, OEA, OEI y otras), se desarrollará la Diplomacia cultural y se habilitarán centros culturales paraguayos en el exterior.

En una siguiente entrega, comentaré las estrategias y acciones centradas en el territorio nacional. 

Sin una visión estratégica del potencial de la cultura no se aprovecharán el bono demográfico, las hidroeléctricas ni el Acuífero Guaraní. Lo seguro: seguiremos como tributarios de intereses sectoriales y particulares.

Correo electrónico: mabelcausarano@gmail.com

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