Burbuja inmobiliaria disfrazada de desarrollo urbano

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Vivir en la ciudad es hoy un lujo. No solo en nuestra capital sino en las ciudades limítrofes, en donde la vivienda pasó de ser un bien de uso a un producto comercial regulado por los inversionistas inmobiliarios.

En pocos años, el negocio de los bienes raíces se convirtió en un problema a escala global, que tiene su expresión en nuestro país, en donde los precios de compra y alquiler de viviendas aumentaron exponencialmente, mientras se han mantenido o disminuido los ingresos de las mayorías urbanas, fenómeno que induce a numerosas personas a abandonar sus barrios y hasta su ciudad.

Preocupante triunfalismo

Para 2024, Asunción tendría un nuevo auge inmobiliario. El alto dinamismo genera el llamado “efecto dominó”, que contagia a las ciudades cercanas, con el progresivo aumento de los precios de compra y de alquiler de las viviendas.

“Hoy las apuestas se fortalecen con la llegada de más jugadores que incrementan la oferta”, se lee en el Diario La Nación, medio que subraya la evolución de dicho mercado en los últimos 10 años. “Hoy vemos desarrolladores locales tanto en loteamientos, barrios cerrados, edificios en plena construcción de más de 40 pisos, y están en proyecto otros por lanzarse con lo que se estima que, solo el próximo año, se construirían 50 edificios más en Asunción”, declaró César Cáceres, CEO de la firma RE/MAX, a la 1000 AM, según el citado diario, aclarando que el número podría aumentar.[1]

Dicha previsión se basa en los datos proveídos por la Municipalidad de Asunción (MCA). De acuerdo con los proyectos aprobados, ese número puede incluso aumentar, aclaró el entrevistado.  Esta afirmación se sostiene en que, bajo el supuesto de densificar la ocupación del suelo, la MCA aprobó el respectivo régimen de incentivos para la construcción de torres de departamentos, que afecta a barrios de baja y media densidad, lo cual movilizó a varias organizaciones de vecinos para exigir su derogación.  

En Asunción vivimos menos personas que en 1992. Con una población envejecida, agotará su bono demográfico antes que el resto del país, lo cual implica la progresiva disminución de la demanda de viviendas.

Cabe la pregunta: ¿cuál es el mercado que sostiene el boom inmobiliario, considerando que más del 20% de los asuncenos vive en los “bañados” y que los sectores medios se desplazan hacia el cinturón metropolitano?

La burbuja inmobiliaria

Es de 2008 la gran crisis hipotecaria de los Estados Unidos, generada por fallas en la regulación económica y la sobrevaloración de productos financieros, que significó para millones de personas    la pérdida de sus viviendas, a raíz de la sobre hipoteca en el mercado. Aumentó el desempleo y se desestabilizó el sistema bancario. La crisis se transmitió a todo el mundo, incluyendo a Argentina, Brasil y México, en Latinoamérica.

Cuando se da un incremento excesivo e injustificado de los bienes raíces, causado por la especulación, se configura la “burbuja inmobiliaria”: suben los precios de los inmuebles, muchos inversionistas se interesan por estos activos, aumenta la demanda y, a su vez, los precios, pues, para satisfacer una demanda creciente las empresas deben generar mayor oferta, construyendo más edificios y más pisos en estos, formando así la espiral especulativa.

Al dispararse los precios, los usuarios confían en que seguirán creciendo y estos no cesan de incrementarse. Tal singularidad hace que el bien se aleje de su valor intrínseco hasta llegar al tope: es cuando se produce una brusca caída, que lo deja con un valor muy inferior al original.

Ciudad abierta versus desregulación selectiva

En un encuentro académico, los sociólogos Richard Sennett y Saskia Sassen reflexionaron, respectivamente, sobre La ciudad abierta: los desafíos de la democracia actual y ¿De quién es la ciudad? Contradicciones en el pensamiento global, enfocados en la configuración vigente en el mundo contemporáneo, los desafíos a los que se enfrenta y las contradicciones al interior de las sociedades modernas neoliberales.[2]

Estuvieron presentes dos temas de gran actualidad, los cuales, con sus especificidades locales, afectan al desarrollo urbano.  El primero, la vigencia y el fortalecimiento de los valores democráticos ante la promoción entre los ciudadanos de actitudes que Sennett denomina “fascistas”, citando expresamente a los Estados Unidos, Hungría e Italia, fenómeno que, en su forma actual, apunta a la deconstrucción del Estado y que es de orden cultural más que burocrático: una contramarcha con respecto a la “ciudad abierta”.   

Sassen se refirió a la especulación inmobiliaria y al peligro que esta práctica conlleva, porque los grandes inversores “están inmersos en un sistema tan complejo y altamente sofisticado, que una parte importante del mercado ha dejado de negociar cuestiones materiales y se ha volcado hacia la transacción de valores virtuales”, un terreno donde las regulaciones casi no existen, particularmente,  para los sectores de las altas finanzas, que “no son economía, sino otra cosa, porque la banca tradicional vendía dinero por cierto valor, el interés, pero aquí se transa algo que no existe”.

Conviene asociar las reflexiones de Sennett y Sassen a las señales que da el mercado cuando se fragua el bucle especulativo de sobrevaloraciones de los inmuebles:[3]

1. El ritmo frenético de construcción; 2. La sociedad se vuelve ansiosa por la adquisición de bienes; 3. La revaloración del mercado por encima de la economía real, lo cual indica que el precio del sector inmobiliario se revaloriza meteóricamente en contraposición con el precio del dinero; 4. El aumento repentino del valor de los inmuebles; 5. La rentabilidad de un inmueble versus la rentabilidad de un bono del Estado: si la segunda es parecida o inferior, indica que se está produciendo una burbuja.

Cualquier semejanza con nuestra realidad, no es mera coincidencia.

*Correo electrónico: mabelcausarano@gmail.com

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