Me pregunto si, además de distraer la atención – objetivo que se cumple a cabalidad -, hay un hilo conductor de los sucesos diarios, que los integre en un concepto o categoría, les dé coherencia y estructura orgánica.
Realismo mágico guaraní
Reconozcamos que ni las sociedades menos afectas a la previsión son tan azarosas como la nuestra. La imaginación nos diría que un pícaro duende, encariñado con el Paraguay, se entretiene moviendo las piezas del tablero político, con resultados recogidos puntillosamente por la prensa y comentados en las redes sociales.
¿Deberíamos recurrir a la Teoría del caos, que se aplica a los sistemas cuyo comportamiento puede predecirse por un tiempo (como ocurría durante la dictadura estronista) y que posteriormente se vuelven inciertos, aleatorios? La transición democrática, ¿nos habría transformado en un sistema político y social dependiente de la casualidad, expuesto a los avatares de las circunstancias o, peor, de un caprichoso destino?
Para que se comprenda mi perplejidad trataré explicarme: ¿qué relaciones guardan la visita del presidente de la República y del ministro de Educación al Centro Familiar de Adoración con la construcción – no aprobada por la municipalidad – de un edificio de 55 pisos en una zona de Asunción desprovista de sistemas de desagüe pluvial y cloacal, a cuyo lanzamiento asistió el primer mandatario, esta vez, sin la presencia del titular del MEC? ¿Qué encadena la muerte, en Lambaré, de dos militares arrastrados por los raudales generados en una calle que termina en una zanja, sin protección ni señalización con el incumplimiento de la promesa de campaña de la ANR de derogar la ley 6659/20?
¿O los partidos de futbol y piki vóley inter poderes, en Mburuvichá roga con la promoción del texto de educación sexual para niños y adolescentes, denominado “12 Ciencias”, que, en realidad, son 11 y no son ciencias y el amistoso saludo del intendente, en Instagram, expresando el cándido deseo que los asuncenos gocemos de un feliz viernes, moviendo el cuerpo “al ritmo de Bo Marléi”?
Vienen ganas de renunciar al intento de contrastar nuestra escurridiza realidad con las teorías sociopolíticas y aceptar que el folclórico guarara es un rasgo transversal de nuestro modus operandi político, social e institucional y pasar a otro tema.
Sin embargo, la curiosidad puede más que la resignación. Me cuesta aceptar que escapamos de toda tipificación política y sociológica, que somos “el cementerio de teorías”. Sospecho que tenemos aspectos comunes con otras sociedades existentes en algunos de los seis o siete continentes del mundo (parece que no hay acuerdo sobre el número de estas grandes extensiones de tierra).
La anomia que nos distingue
Según lo que pude indagar, nos distinguiría la anomia, término acuñado por Émile Durkheim (1858-1917), sociólogo, pedagogo y filósofo francés, analista de los impactos de la modernidad en las sociedades que vivieron el paso del dominio de la religión y las tradiciones al de la racionalidad científica y el progreso como motor del avance social.
La modernidad destaca el rol del individuo, la ciencia y la eficiencia por encima de los principios que sustentan la sociedad tradicional, proceso que, según lo vemos, nos resulta bastante ajeno. En efecto, nos atraen el gregarismo y los clanes, elogiamos al arandu ka´aty y desconfiamos de la ciencia, atribuimos al Pombero la paternidad de varios conciudadanos, no nos incomoda la incapacidad para cumplir adecuadamente la función de quien es electo/a o nombrado para el efecto y, menos aún, apreciamos la honestidad: “Que robe pero que haga algo”, sentenciamos fervorosamente.
De forma muy resumida, la anomia se refiere a la ausencia de un cuerpo de normas que gobiernan las relaciones entre las diversas funciones sociales, progresivamente más variadas y especializadas, propias de la modernidad. La ausencia de normas o su incumplimiento permean a toda la sociedad, debilitan la moral pública y generan una sensación de vacío y pérdida de sentido.[1]
Talcott Parsons atribuye la anomia al desajuste que experimentan las personas, debido a los cambiantes ciclos económicos y las variaciones abruptas en su medio social.[2] Es probable que, en nuestro caso, se aplique a los cambios en el modelo productivo, la expulsión de la población rural, las formas precarias de urbanización y la emigración, fenómenos que modificaron sustantivamente la estructura familiar, las organizaciones sociales de base y la distribución territorial de la población. Y que también influya en la fragmentación social, manifiesta en las “exclusiones recíprocas e inclusiones desiguales.”
El incumplimiento de las reglas
Para la psicología y la sociología, la anomia surge cuando las reglas sociales se han degradado y no son respetadas por los integrantes de una comunidad, como vemos a diario, desde las infracciones a las reglas de tránsito, a la ocupación de las veredas, pasando por la violación de las disposiciones y garantías constitucionales, como la laicidad del Estado, el derecho de aprender y la libertad de enseñar sin discriminación alguna, la igualdad de oportunidades en el acceso a los beneficios de la cultura humanística, de la ciencia y de la tecnología, entre otros.
La incompetencia y desidia de los intendentes que cobran vidas humanas no tienen consecuencias políticas, sociales ni judiciales. Reclamamos más seguridad, pero toleramos el transporte de niños en las motos. Los grupos que rechazan los aportes extranjeros promueven un programa de educación sexual elaborado en el exterior. Las mismas personas que satanizan la “ideología de género” buscan imponer los prejuicios y estereotipos conductuales de la “ideología patriarcal” para “normalizar” a niños y niñas.
No podía cerrar esta desordenada exposición de ideas sin revelar que “un fantasma recorre el Paraguay”. Esta figura incorpórea sostiene que, con el disfraz de Batman, el primer mandatario pretendería ocultar su verdadera identidad, la de Santi Wayne. Venciendo sus propios miedos, desde la Batipeña, el superhéroe construye, lidera y organiza el Movimiento de Liberación Nacional “Vamos a estar mejor sin HC”.
Me anima saber que no todo está perdido en Anomialandia.
Mabel Causarano
[1] López Fernández, María del Pilar (1998) El concepto de anomia de Durkheim y las aportaciones teóricas posteriores. En: https://ibero.mx/iberoforum/8/pdf/VOCES%20Y%20CONTEXTOS/5.%20MARIA_DEL_PILARLOPEZ_IBEOFORUMNO8.pdf
[2] Ibídem.
*Correo electrónico: mabelcausarano@gmail.com