La calle Palma luce remozada. Fue suficiente que la liberaran de la maraña de cables que enturbiaban su aspecto, para que pueda nuevamente apreciarse las fachadas de los edificios que aún conservan sus paramentos, vanos y ornamentos, especialmente, en las plantas altas.
Probablemente, para los asuncenos de la Generación Y – los millennials, para entendernos – y, menos aún, los de la Generación Z, esta información no despierte curiosidad; no más que la construcción del alcantarillado pluvial en la avenida Molas López y, seguro, menos que la habilitación de la Costanera Sur y del Puente Héroes del Chaco, más cercana a sus vivencias y expectativas.
No hay que extrañarse. Pasaron décadas desde que, la que fuera la principal arteria capitalina, que concentraba las mejores tiendas, librerías, confiterías, bares y cafeterías, dejó de ser lugar de encuentro y de referencia y perdió su encanto para los asuncenos y otros visitantes.
Denominada Calle de la Palma, por Decreto del 1º abril de 1849, fue la primera arteria que tuvo 100 metros de pavimento con adoquines de madera, entre las actuales Alberdi y 14 de Mayo. Se la denominó Petit boulevard, porque allí se daba cita la élite social y cultural, en sitios como el Unión Club, el Centro Español y el actual Hotel Colonial, que fuera residencia de Benigno López.
En Palma se ubicaba la sede la Municipalidad de Asunción, hoy refuncionalizada como hotel, y aún mantiene un conjunto de edificios de variadas tipologías y estilos arquitectónicos, entre ellos, el palacio Alegre, sede del recientemente bautizado Ministerio de Economía y Finanzas y la que fuera residencia de Venancio López, en donde funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Excluyendo los edificios que prestan servicios administrativos, solo el Panteón de los Héroes es hoy un lugar convocante para festejos, actos protocolares y protestas ciudadanas.
La “palmeada”
Los sábados por la mañana, Palma fue el espacio público más concurrido de la ciudad, reflejado en las extraordinarias imágenes de las “palmeadas” registradas por Klaus Henning. Tal era su relevancia, que se creó la Asociación de Amigos de la Calle Palma.
“Palmear” aludía al recorrido de los jóvenes que se daban cita los sábados, con una o varias “paradas” en los cafés y las confiterías. Durante décadas fue cita obligada para encuentros, pautados o casuales, de amigos, compañeros y conocidos. Ofreció una bocanada de aire fresco en un régimen dictatorial que eliminó las libertades y clausuró el uso plural de los espacios públicos.
Desde 1961 y por varios años, recibió el corso que inauguraba la primavera, otro atractivo que reforzó su poder de convocatoria y liderazgo como espacio urbano, junto con los desfiles de las fiestas de Carnaval. En 1981, la violación de una ciudadana por un grupo de jóvenes delincuentes marcó el fin del ritual que animó el Centro por varias décadas y el inicio de la decadencia del principal espacio histórico, cultural e institucional del país.
La justificación de la violenta represión policial contra una manifestación pacífica en las calles asuncenas, hecha por el ministro de Educación del régimen estronista, Carlos Ortiz Ramírez, con la frase “La calle es de la policía”, dio el golpe de gracia a toda expresión ciudadana en el espacio público. Hasta el 2 de febrero de 1989, en las calles céntricas no podían detenerse a conversar más de dos personas, sin que uno o más agentes de la Policía se acercaran para recordarles que “debían circular”.
La democracia no cambió el rumbo del Centro
La caída de la dictadura trajo consigo las libertades consagradas en la Constitución Nacional: de pensamiento, religiosa e ideológica, de expresión de la personalidad, de prensa, de información, de reunión y manifestación, entre otras. Nuevos colectivos y organizaciones sociales, movimientos políticos, iniciativas empresariales cambiaron las dinámicas urbanas en la capital y su entorno metropolitano, en pleno proceso de expansión física y demográfica.
Sin embargo, estas condiciones favorables no beneficiaron al Centro, en general, ni a la calle Palma, en particular. Desde inicios de los ´90, fueron infructuosos los intentos de reanimarlo y devolver a Palma su anterior atractivo.
No pudo revertirse las medidas impulsadas o permitidas por el gobierno y la municipalidad, a partir de la segunda mitad de los ´70; entre ellas, el abandono de la función residencial, la progresiva atomización del comercio, la deslocalización de muchos comercios, el aumento de la informalidad, con la ocupación de las veredas por mercaderías y productos alimenticios, los “cambistas” y cuidacoches.
La especialización en las funciones administrativas, comerciales y financieras, junto con el traslado de importantes equipamientos colectivos, como el Palacio de Justicia, la Municipalidad y el Banco Central, la construcción de la Terminal, el Mercado de Abasto, el IPS, indujeron la creación de áreas residenciales y de las llamadas “nuevas centralidades”, con sus propias dinámicas comerciales, habitacionales y de servicios. Estas ofertas sustrajeron usuarios al Centro, que adquirió el calificativo “histórico”, ante la progresiva pérdida de su anterior centralidad.
Cinco siglos de la fundación del fuerte
Catorce años nos separan del cumpleaños número 500 de la capital. ¿Tendrá el aniversario una trascendencia comparable con la del Bicentenario de la Independencia?
Se podría argumentar que el segundo fue relevante para todo el país y el primero atañe solo a la ciudad, afirmación parcialmente aceptable, porque Asunción tiene particularidades que le otorgan relevancia, simbolismo y prestigio nacional, formalizados en su nombre en guaraní, Paraguay, que la identifica con la totalidad de nuestro territorio.
Por el rol desempeñado durante la Colonia, Asunción sigue siendo identificada como “Madre de ciudades”, fue escenario de la gesta independentista y soportó la ocupación brasilera durante más de 7 años. Es sede de los tres poderes del Estado, de las representaciones diplomáticas y cabecera de un sistema metropolitano que impacta diariamente a su funcionalidad.
El soterramiento de los cables en Palma me remite el mito de Prometeo, liberado de las cadenas que lo sujetaban por haber robado el fuego. Ojalá simbolice la recuperación del CHA y de la dignidad robada a nuestra castigada capital y encienda el fuego que inicie la conmemoración del 5º centenario.
*Correo electrónico: mabelcausarano@gmail.com