Hasta 1962 no contábamos con un órgano de planificación del desarrollo. Anteriormente, se había elaborado el Plan Trienal y el Plan Quinquenal (década de los 40) y, en los 50, se creó la Comisión de Planeamiento Económico, carente de estructura técnica, cuyas indicaciones no se tradujeron en acciones.
América Latina y el postergado desarrollo
Promovida por el Consejo Interamericano Económico y Social de la Organización de Estados Americanos, en agosto de 1961, se celebró la Conferencia Interamericana de Punta del Este, que formalizó en la Carta homónima los postulados de la Alianza para el Progreso (APP), programa liderado por John F. Kennedy, que reunió a los Estados Unidos y 22 países de América Latina (AL). La APP apuntó al alivio de la pobreza y las desigualdades sociales del continente y a la asistencia militar y policial para contrarrestar el avance de los movimientos revolucionarios en varios países del continente.
En su presentación, el presidente Kennedy expuso datos impactantes sobre las condiciones de AL, el área de más rápido crecimiento poblacional en el mundo, con un aumento del 30% en la década anterior. La producción por persona al año era de apenas 280 dólares, menos de la novena parte de la producción por persona en los Estados Unidos, con grandes áreas en donde no alcanzaba los 70 dólares persona/año. La mortalidad infantil superaba el 110 por 1.000 y solo 10 de cada 100 personas sabían leer y escribir. En importantes capitales, la mayoría de la población vivía en “ranchos destartalados” y la esperanza de vida al nacer era de 45 años.
Sin cambios sustantivos y con el aumento de la población, las condiciones empeorarían. Por tanto, era necesaria una alianza que impulsara un crecimiento anual del 2.5% en el ingreso per cápita, el establecimiento de gobiernos democráticos, la distribución más equitativa del ingreso, la reforma agraria y la planificación económica y social, alternativa que el presidente estadounidense calificó como “revolución pacífica.”
En este contexto nace la Secretaría Técnica de Planificación, por Decreto-Ley de marzo de 1962, convertido en ley en setiembre del mismo año.
Prebisch y la CEPAL
La publicación en 1948 del texto de Raúl Prebisch El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas, influyó profundamente en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) – una de las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas – para la formulación de la denominada teoría cepalina. A partir del concepto de centro – periferia, Prebisch analizó la inserción de AL en la economía mundial, demostrando que el deterioro de los términos de intercambio, en el largo plazo, reforzaría la estructura asimétrica sostenida por la división internacional del trabajo, pues los precios de los productos primarios exportados disminuyeron entre 1870 y 1930, mientras se mantuvieron el de los industrializados.
La CEPAL sigue siendo un importante centro de análisis y propuestas en materia de desarrollo económico y social. Los técnicos de la STP han participado en programas de formación y capacitación de este y otros organismos multilaterales, fortaleciendo sus capacidades técnicas, asegurando su estabilidad y la continuidad de sus prestaciones, protegidos de las imposiciones partidarias que marcaron el desempeño de la institucionalidad pública desde hace más de siete décadas.
La STP elaboró planes, como el Plan Triángulo Asunción, Encarnación, Ciudad del Este (en los 60), los Planes de Desarrollo Integrado y de Desarrollo Regional (70 y 80) y los de inversión; preparó diagnósticos y proyectos. Lideró la cooperación internacional para el desarrollo y la creación de siete clústeres relativos a las cadenas productivas de jugos frutales, balanceados, suinicultura, lácteos, industria textil, motocicletas y producción de sésamo, todos en funcionamiento.
Impulsó la aplicación del Presupuesto por resultados, estrategia que vincula la asignación de recursos a productos y resultados medibles. Fue gestora de la creación de la SEAM (hoy MADES), la Secretaría de Emergencia Nacional y la Secretaría de la Mujer (hoy Ministerio).
Tuvo entre sus funciones: analizar la situación económica y sus tendencias, elaborar las metas generales del desarrollo por sectores y regiones, coordinar proyectos y programas en el sector público, establecer el Plan General del Desarrollo, coordinar los programas de asistencia técnica y ayuda financiera de los organismos internacionales, asesorar al Consejo Nacional de Coordinación Económica, colaborar con la iniciativa privada, participar en el estudio del Presupuesto General de Gastos de la Nación.
En 2014 elaboró el Plan Nacional de Desarrollo 2030 (actualizado en 2021), resultado de un proceso de consultas con actores públicos y privados. Con cuatro ejes estratégicos, cuatro líneas transversales y dieciséis objetivos estratégicos plantea alcanzar la visión-país, la cual, en versión resumida, apunta a que todos vivamos con dignidad, con un Estado democrático, ambiental y económicamente sostenible, elevados índices de seguridad jurídica y ciudadana, atención a los pueblos indígenas, fuerte protagonismo de la mujer, con jóvenes visionarios y entrenados liderando el país.
Supresión inconsulta e innecesaria
La recién aprobada ley n° 7158 Que crea el Ministerio de Economía y Finanzas, amplía las funciones previamente asignadas al Ministerio de Hacienda (MH), absorbe a la Secretaría de la Función Pública y a la Secretaría Técnica de Planificación del Desarrollo Económico y Social y subroga las funciones y estructuras de ambos organismos.
La STP, que se convierte en el Viceministerio de Economía y Planificación, cumplirá las funciones del Viceministerio de Economía del MH y estará centrada en el diseño, la planificación e implementación de las políticas públicas necesarias para mejorar la productividad e impulsar la creación de más empleos y mayores ingresos.
Mantendrá entre sus funciones principales el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal, con lo cual pasan a segundo plano (si no al olvido) las dimensiones social, ambiental, cultural y política.
Esta medida reinstala el enfoque economicista del desarrollo, de probada ineficacia para mejorar la calidad de vida de las mayorías, reduce la persona a la figura del homo oeconomicus y deja de lado los demás aspectos inherentes a su humanidad.
Un retroceso en línea con el progresivo deterioro de la gestión pública, en todas las esferas del Estado.
*Correo electrónico: mabelcausarano@gmail.com


