El modelo estronista que nunca se fue

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Alfredo Stroessner fue el dictador más sanguinario y cruel de América del Sur (1954-1989), gracias al estado de sitio y al terror en el que se vivió durante treinta y cinco largos años de interminable dictadura.

Hasta hoy subsisten, como legado del régimen sanguinario, innumerables paraguayos y paraguayas desaparecidas, familias de exiliados políticos viviendo aún en el extranjero, niñas que fueron violadas y asesinadas por la tiranía más nefasta del continente Americano, crímenes que continúan impunes. A ello hay que agregar la vulneración sistemática de derechos humanos en Paraguay (1954-1989), y la persecución y cárcel para los opositores al régimen con las famosas leyes 209/70 «De la Defensa del Orden Público» y 294/55 «De la Defensa de la Democracia», aplicadas a cualquiera que se opusiera al régimen. Con la ley 294 se «instituyó» la obligatoriedad de la delación. Dichas leyes eran utilizadas por la policía stronista para perseguir y encarcelar a todos los ciudadanos que pensaban diferente y no se arrodillaban ante el dictador.

Entre sus innumerables «obras de gobierno», se encontraba la afiliación forzada al Partido Colorado para poder ser funcionario público, así como la participación obligatoria a la que eran sometidos los docentes de la época, obligados a colgarse el pañuelo rojo al cuello e ir a desfilar sonrientes frente al dictador y todo su equipo de sirvientes lacayos, cada 15 de agosto, fecha de la fundación de Asunción, capital de la República del Paraguay. La proscripción de los partidos políticos y de toda actividad que perturbara la «Paz y el Progreso» del gobierno, eran ejemplos de la democracia sin comunismo, entre otras bondades que disfrutaba Paraguay en aquella época.

En otro orden de cosas, la salud y la educación eran controladas a través de los Ministerios respectivos. Durante la dictadura no existió educación en libertad de pensamiento; es más, ¡pensar diferente era delito! Todo lo relatado anteriormente, no me lo contaron, nací durante la dictadura y me recibí de abogada en dictadura. Desde que tengo uso de razón, resisto al autoritarismo y lo seguiré haciendo porque todavía sueño con un Paraguay libre y soberano. Es necesario leer el informe de la Comisión de Verdad y Justicia 1954/89, que obra en los archivos de los tribunales de Asunción – Archivos del Terror – para nunca más volver a repetir la historia de sangre, persecución a inocentes y muerte entre paraguayos. Reivindicar la dictadura debería ser un delito grave contra la patria.

Hace poco tiempo, en marzo de 2024, por fin recibió una sentencia judicial condenatoria el ex-policía del régimen, el torturador Eusebio Torres, resolución que llegó tardíamente, 35 años después, pero tiene un valor simbólico para la sociedad y para las muchas víctimas sobrevivientes de sus vejámenes crueles. Después de 35 años, conviene recordar que:

  1. El régimen dictatorial stronista todavía sobrevive en nuestro país, reciclado hoy en un modelo de autoritarismo maquillado de democracia, prebendarismo y censura de libertades fundamentales como la libertad de expresión y la libertad de prensa, bases principales de la democracia y del estado de derecho.
  2. La educación pública sigue siendo una utopía. Recientemente, los estudiantes universitarios de todo el país lideraron movilizaciones para exigir la gratuidad de la educación universitaria, bajo el lema de «Arancel Cero», educación pública de calidad y gratuita para todos y, a pesar de la protesta nacional, no hay respuesta eficaz a los reclamos estudiantiles.
  3. La salud pública continúa siendo una quimera; no hay insumos básicos en los hospitales públicos y un triste ejemplo de ello son los enfermos de cáncer que deben agonizar esperando sus medicamentos oncológicos, pues no hay presupuesto para la compra y renovación de stock de los mismos. Cuando un familiar o amigo se enferma, hay que recurrir a los tradicionales eventos benéficos y colectas solidarias para financiar los costos de los medicamentos y terapias de recuperación.
  4. La administración de justicia sigue la misma línea de inaccesibilidad para la ciudadanía; razón por la cual la injusticia y la selectividad de las investigaciones e imputaciones a cargo de la fiscalía siguen danzando alegremente al compás de la impunidad.
  5. Me preocupa la tibieza y pasividad del pueblo paraguayo; no podemos continuar aturdidos, ausentes y alelados de la realidad. Nuestros hijos, nietos y las generaciones venideras nos señalarán como parásitos del devenir de la patria y probablemente tendrán razón.

* María Teresa Báez Valls: @mariateresabae9

Abogada y escribana.

Exdefensora Adjunta en lo Penal.

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